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Escarceos: Segundo asalto
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Escarceos: Segundo asalto Vuelvo con bebida y veo que te has despojado de la camiseta quedando completamente desnuda. Tan solo 'vistes' las cuerdas anudadas a tus tobillos, lo que te confiere un aire provocador muy sexy. Charlamos y reímos amistosamente, mientras bebemos sentados en la cama. Me excita ver como jugueteas con una de las cuerdas pasandotela entre los dedos de la mano, los del pie, y dibujando formas serpenteantes sobre tu sensual muslo y pantorrilla mientras hablamos. Terminada la charla, pones en práctica una idea que se te ha colado en la mente: Utilizas los extremos de las cuerdas anudadas a tus tobillos para fijar mis muñecas a ellos, dejando unidas nuestras extremidades. Sentada, elevas una pierna y mi brazo la sigue inmediatamente como si de una marioneta se tratase. El sensual juego de no poder escapar de mi y que yo tampoco lo pueda hacer de ti, te excita. Ríes maliciosamente al comprobar su buen funcionamiento. Te muerdes el labio inferior y noto un brillo en tus ojos. Recoges los tobillos hacia tus caderas, y el tirón en mis muñecas me hace perder el equilibro, postrando mi cuerpo. Tiras de mi recogiendo tus tobillos aún más y acercas mi rostro a ti. Propinas un lametón desde arriba con gesto malicioso y lascivo a mi carrillo. Incorporas tu cuerpo y te pones en cuclillas. Acto seguido, te dejas caer de rodillas sentandote sobre tus pantorrillas. Tus tobillos y mis muñecas quedan por detrás de la perpendicular de tu cuerpo, lo que me acerca a ti un buen trecho. Apoyada sobre tus rodillas y las puntas de los pies, abres groseramente las piernas dejando mi boca tentadoramente cerca de tu sexo. Intentas forzar aun más la posición para conseguir el contacto apoyando tus manos tras de ti y enarcando tu pelvis hacia delante, pero aunque ya sientes mi cálida respiración sobre tu coño, no llegas a conseguir tu objetivo, por muy poco... Desde mi posición puedo ver su hinchado clítorix, el tentador aroma de su humedad, sus labios abiertos como una flor que llama a ser libada. Está claro que deseas que sea devorado de nuevo, pero no pienso ponertelo fácil. Te das cuenta que de ese modo será imposible obligarme a llegar, asi que te sientas de nuevo, estiras las piernas hacia delante y apoyas un pie en mi pecho empujándome hacia atrás. Tu pie me 'obliga' sensualmente a tumbarme de espaldas en la cama. Te incorporas y te sientas sobre mis piernas. Agarro tus tobillos con fuerza para que me sea más cómodo seguir tus movimientos. Apoyando tus manos en mi pecho gateas hacia mi rostro, y revelas tus aviesas intenciones. Emito un 'Ummmmmmmm' reprobatorio y contestas con una aguda risita malvada: 'ji ji ji'. Tiro de tus tobillos con mis muñecas para intentar impedir tu avance, pero la fuerza que imprimes con el peso de tu cuerpo lo hace una batalla perdida y acabas justo donde querías: sentada sobre mi pecho. Abres tus piernas apoyando las rodillas en la cama, subes tus pies a mi torso y posas sus empeines sobre mis costillas, quedando tu coño peligrosamente cerca de mi boca. Noto la suavidad de sus pliegues rozar mis labios, el tibio calor que desprende sobre mi rostro y el delicioso olor que embarga mi olfato con nitidez. Tus pies presionan contra mi cuando balanceas tu cadera hacia delante para pegarlo a mi boca. Aprieto contra mi tus tobillos con fuerza para que te sientas mi respiración acelerada. Llevas la batuta y tus movimientos pélvicos frotan toda la extensión de tu coño contra mi boca. Lo recibo recorriendo sus pliegues con la lengua. Cuando paras, mis labios comprimen la zona a su alcance: chupo con fuerza a modo de castigo, porque algunas veces tu ansia por sentir mi boca en tu coño, me impide respirar. A partir de entonces repites el mismo movimiento, pero procuras parar en las zonas que más placentero te resulta mi 'castigo', a Dios gracias, zonas que me permiten respirar cómodamente. Noto cada temblor de tu cuerpo, oigo cada gemido que emites, y saboreo cada porción de néctar que tu sexo me proporciona. Sería fácil no permitir que escaparas manteniendo tus tobillos atrapados contra mi y que acabases devorada sin posibilidad de reacción, pero prefiero que orquestes la acción y elijas el ritmo y caricias que más estimulantes te parezcan. Tras un buen rato de juegos, acabas con la agonía. Siento como clavas los empeines de tus pies en mi pecho, como tus manos agarran mi cabeza tirando del pelo y como fuerzas mi boca a empotrarse contra tu sexo, dejando libre mi nariz. Cabeceo y entierro mi boca entre sus labios para comenzar una vorágine de presiones, lametones y chupetones que hacen que grites 'SIes' cada vez más estentóreos. Tus manos se aferran a mi pelo y las mías a tus tobillos. Tu respiración se acelera. Endurezco mis caricias y se entrecortan tus gemidos y 'SIes'. Zozobras en el torrente de excitación que te provoco. Tu cuerpo convulsiona descontrolado y un desgarrador 'Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaahh' inunda la habitación. Mi boca recibe el premio de otro baño de tu esencia. Caes de frente apoyando las manos en la cama a ambos lados de mi cabeza, intentando que tu cuerpo no se desplome del todo. Cuando los temblores cejan, te arrastras hacia atrás hasta apoyar tu sexo en mi vientre dejando un fragante y húmedo reguero sobre mi pecho. Coges mi rostro a dos manos y me besas, catando tu propia esencia. Recuestas tu cuerpo en el mio, pegas tus piernas a mis costados y siento tus pies deslizarse bajo mis nalgas. Sus delicados dedos se comprimen contra ellas. Pegas mi rostro a tu pecho y notas mi cálida respiración sobre tu piel. Puedo sentir la fragancia que desprendes. Apoyas tu mentón en la cima de mi cabeza y tus manos juguetean alborotando suavemente mi pelo. Disfrutamos del calor de nuestros cuerpos, el tibio olor a sexo que inunda la estancia y la sensación de placidez que nos llena. Pienso: 'Mmmmmmm, me encanta el olor de tu piel cuando se humedece' |
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 Pues con dos cuerdecitas y un poco de arte, te fabricas una a la voz de ¡ya!  Tu mira como hacer nudos, que ya verás que fácil. Besos, preciosa
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