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Juguemos con columpios de adultos... (ficción)  

jrkingshow 51M
2016 posts
9/11/2015 1:45 pm

Last Read:
9/12/2015 10:35 pm

Juguemos con columpios de adultos... (ficción)

Sabes que siempre me fascinaron los columpios de bridas porque me parecían ideales para variar rápida y cómodamente de postura.

Me haces saber que has comprado uno y que has instalado un anclaje en el techo del salón de tu casa con la excusa de poner un tiesto colgante. En realidad, te aseguras de poderlo sustituir por el columpio siempre que quieras para tenerlo de 'quita y pon'.
Celebro tu idea, pareciéndome inteligente y me invitas a 'probarlo juntos un día de estos'.

Cierto tiempo después me llamas, diciendo que dispones de un fin de semana sola en casa, y que habías pensado en mi para probar el artilugio de marras. Yo solo tendré un par de horas, no es lo ideal, pero es lo que hay.

Llega el día y voy a tu casa: me recibes vestida con una bata cerrada y me haces pasar a toda prisa al piso (esos vecinos, ais).

Cuando llego al salón puedo ver el rincón triangular que tienes entarimado de madera, con el columpio ya preparado.

Me fijo que tiene cuatro bridas para las extremidades, una mayor para la cadera y un triángulo central de sujección, que vete a saber para que sirve.

Después charlar un poco y tomarnos unas bebidas, me desvistes sensualmente mientras me besas. Seguimos besándonos, te pegas a mi cuerpo y magreas mi pene, que va cogiendo volumen.

Dejas caer la bata mientras subes al entarimado con movimientos felinos. Acomodas las bridas principales a tu cadera y espalda para que aguanten tu peso, para quedar colgada boca arriba en el aire.

Apoyas los pies en dos bridas más pequeñas y pasas las dos restantes por las muñecas, y te columpias abierta de piernas.

Lanzas miradas de niña mala y cada balanceo te acerca más y más a la posición que ocupo en pie frente a ti.

Me adelanto y me rodeas con las piernas: aprovechas para que las sujecciones en las que apoyabas los pies, se enfunden hasta los muslos junto a las rodillas.

Retiro tus piernas de mis caderas y dejo que cuelguen laxas del columpio... Te penetro con facilidad.

Intentas balancear tu cuerpo y ese mínimo movimiento hace que mi pene entre y salga de ti, lo que te anima a seguir.

No me parece suficiente, agarro tus caderas y te propino empellones brutales y secos espaciados en el tiempo.
Cada uno de ellos te arranca un gritito que tiene regusto a gemido.

Experimento, girando tu cuerpo en el columpio y quedas boca abajo con la cabeza frente a mi. Aprovecho y te follo la boca.

Quiero seguir y roto tu cuerpo boca abajo 180 grados, teniendo una bella visión de tu culo.

Te agarro por los muslos y sin mover un ápice mi cuerpo, balanceo el tuyo, follándote desde atrás a un ritmo cadencioso un buen rato.

Viéndote asi colgada veo una posibilidad de otra cosa que me gusta más.

Volteo tu cuerpo y quedas frente a mi, boca arriba y abierta de piernas.
Pongo una rodilla en la tarima, agarro tus muslos y desde esa postura tan cómoda te como lentamente el coño sin apenas esfuerzo.

Tus espasmos de placer, hacen tintinear las bridas del columpio, y me anima a seguir con más ahínco hasta que te dejo al borde del orgasmo.

Te lo niego y me retiro. Entierro el largo de mi pene en la raja de tu humedecido coño y te balanceo para masturbarte con el, con el plus de que el glande propina suaves toques al clítorix.

Cuando por tus gemidos noto que aún excitadísima tu estimulación se va estancando, agarro tu cadera y te penetro de un solo empellón para follarte a un ritmo brutal.

Gritas, gimes y te revuelves en el columpio un buen rato , hasta que arqueas tu espalda hacia atrás teniendo un orgasmo antológico. Salgo de ti un momento antes y dejo que la enorme cantidad de flujo encharque el entarimado.

Miras el suelo y mientras te ríes con ganas, aprovecho para atacar tu coño con boca y lengua de manera salvaje, haciéndote gritar de nuevo, sin asomo de que quieras atemperar los sonidos que emites.

Tienes otro orgasmo que me pinta la cara de ti. Cuando alzas la cabeza para mirarme, ves como me relamo goloso y la dejas caer de nuevo hacia atrás.

Se me ha acabado el tiempo, me visto y me voy, dejándote aún colgada en el columpio extenuada.

Me despido con un: 'Nos vemos, preciosa' que me suena un tanto presuntuoso.


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