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Primus fellatio
Primus fellatio Despues de mi primera vez comence a tener novios, muchos novios, pero evitaba en lo posible el sexo, hasta que un tipo me movio el tapete. Me acompaniaba a casa y nos quedabamos platicando en la puerta del edificio hasta que se haciÃÂa tarde y saliÃÂan a buscarme; por eso cambiamos a las escaleras que dan acceso a la azotea, donde estan los lavaderos. La penumbra es el lugar propicio para el amor; ahiàaprendiàa conocerme mejor y a descubrir los deseos masculinos. A el le encantaba tocar mis pechos y a mi me excitaba sentir sus caderas; cada uno de sus movimientos causaba sutiles cambios en mi cuerpo: pequenias contracciones dentro de miÃÂ, humedad en mi vagina, mayor sensibilidad en mi cliÃÂtoris. De tanto frotarnos nos parecio lo mas natural comenzar a manipularnos mutuamente. El era bastante tosco y no siempre lograba prenderme; en cambio, yo aprendiàa sobar su entrepierna con tanta soltura que bastaron dos noches para hacerlo llegar a su cliÃÂmax. Pero el resultado final era incomodo para el, pues su ropa quedaba sucia y, peor aun, manchada. Entonces dimos el siguiente paso: subimos a la azotea y nos metimos a la jaula donde se tiende la ropa. Junto a la lavadora habiÃÂa un banquito donde nos sentamos, nos besamos, nos acariciamos y, cuando sentiàel entumecimiento de su miembro, metiàla mano dentro de su pantalon y lo agarre. No era facil manipularlo asiÃÂ, de modo que lo hice levantarse, le baje el cierre y lo saque. Un pene joven, delgado, hermoso. El fresco de la noche lo desanimo un poco, pero el contacto con mi mano lo volvio a prender y bastaron unos pocos jaloncitos para que comenzara a temblar: primero se puso rojo, luego se puso blanco y al final escupio su contenido. La experiencia me parecio fascinante, pues nunca habia visto tan de cerca como funcionaba la naturaleza humana. A partir de entonces subiamos directamente a la azotea y de inmediato pasabamos a la masturbacion; mientras el chupaba mis pechos, yo me hice una experta en menearlo y no descansaba hasta verlo explotar en mis manos. Una vez que nos hicimos diestros en ambas actividades, sentimos que estabamos listos para algo diferente. Yo me seguiÃÂa resistiendo a la penetracion vaginal, pues teniÃÂa miedo de embarazarme (desconociÃÂa la existencia de los anticonceptivos y me daba pena andar preguntando, asiàque preferi abstenerme por completo), pero pase sin problemas a otra forma muy comun de satisfacerlo; una forma, digamos, oral. Una de mis pocas amigas me conto alguna vez su experiencia, y aunque entonces me horrorizo la idea, cada diÃÂa creciÃÂa en miàel deseo de probarlo. Una noche que tenia el miembro en la mano empece a darme cuenta de que, a diferencia del tronco, la cabecita era muy lisa, muy suave, y sentiàel deseo de tocarla con los labios; lamentablemente, en cuanto me acerque me llego un aroma desagradable que me hizo voltear la cara. El me detuvo e hizo que acercara la boca de nuevo; alcance a poner los labios en ella, pero no pude soportar el olor y de plano me negue. Perdio esa vez, pero no se dio por vencido: regreso y me convencio de subir de nuevo; a fuerza de insistir, llegamos al momento culminante y me juro que ahora si me iba a gustar. Me tapo los ojos con un panuelo y asiÃÂÃÂ, enceguecida, me puso algo en los labios; al principio me eche para atras, pero en cuanto percibi el sabor abriÃÂàla boca: me encanta el chocolate. Luego me ofrecio otro; antes de abrir la boca acerque la nariz y me asegure de que fuera un chocolate; entreabri la boca y alargue los labios para envolverlo con ellos. Delicioso. Cuando me ofrecio el tercero saque la lengua para saborearlo, pero, aunque sabiÃÂÃÂa a chocolate, de inmediato supe que era algo distinto. Con precaucion lo chupe y lo seguiÃÂàchupando hasta que se acabo el chocolate; no sabiÃÂÃÂa a nada, pero lo mejor es que no oliÃÂÃÂa a nada, y ya no tuve argumentos para seguirme negando. Con los ojos tapados me concentre en el dulce que teniÃÂÃÂa en la boca y me di a la tarea de chuparlo para familiarizarme con su forma. Al principio los dientes me estorbaban, pero aprendiÃÂàa abrir la mandiÃÂÃÂbula sin despegar los labios de su piel y a mover la lengua para acariciarlo y pegarlo al paladar, aunque tambien aprendiÃÂàque era mas facil succionar solo su glande, pues tenerlo todo en la boca es realmente estorboso. Me quite el panuelo de los ojos para ver, ahora siÃÂÃÂ, lo que teniÃÂÃÂa en la boca, y cuando levanto la mirada pude ver que estaba encantado con mi boca; sus ojos brillaban en la oscuridad y estaba jadeando. Poco a poco empezo a meterlo y sacarlo como si mi boca fuera la cavidad que no le habiÃÂÃÂa ofrecido y, antes de que me diera cuenta, el muy cretino se vino con una gran sonrisa. Estaba a tal grado hipnotizada con sus gestos que no me di cuenta de lo que estaba pasando hasta que empece a sentir un nuevo sabor que no era chocolate. Entonces me cayo el veinte del fluido ligeramente viscoso que teniÃÂÃÂa en la lengua y su sabor me dio tanto asco que me fui al lavadero y comence a escupirlo, lavandome la boca con agua directamente de la llave, hasta que se me paso la nausea. Apenado, me ofrecio los demas chocolates que traia en la bolsa y me los comiÃÂàtodos de un jalon, hasta que se me quito su sabor. Pasaron muchos diÃÂÃÂas antes de que lo perdonara, pero en cuanto volvimos a subir reanudamos nuestros encuentros intimos. Poco a poco empece a acostumbrarme al sabor aquel (sin disfrutarlo del todo) y aprendi sus ritmos, cuanto tiempo tenerlo en la boca y cuando sacarlo. Provoque muchas eyaculaciones antes de decidirme a saborear de nuevo ese yogur. Un consejo de mi amiga es que me lo metiera hasta el fondo de la boca; asiÃÂÃÂ, cuando se viniera, el lÃÂÃÂquido se iriÃÂÃÂa directo a la garganta y me evitariÃÂÃÂa problemas con su sabor; con el tiempo pude tolerar conservarlo en la lengua, aunque pocas veces acepte tragarlo. Y asiÃÂàhubiera pasado mi juventud si no hubiera conocido a otro chico, mas guapo, alegre y atractivo, quien, despues de varias citas, me convencio de probar su eliÃÂÃÂxir: entonces el cielo se ilumino: ÃÂásu sabor era dulce y me encanto! AprendiÃÂàentonces que habiÃÂÃÂa varios sabores y, a la larga, me hice adicta al mas dulce. Un diÃÂÃÂa, mi novio se entero de que le habiÃÂÃÂa puesto el cuerno y me mando al carajo; por supuesto, en venganza le conto a todo el mundo que me gustaba mamar verga y me pinto como la puta mas grande de la escuela. Claro que me gustaba, pero esto me creo una pesima fama en el salon, la cual me acompano hasta que termine la educacion media; sin embargo, al mismo tiempo me hizo una chica muy popular, pues desde entonces me hice de muchos pretendientes atraidos por mis habilidades. Por suerte para mi, por esas mismas fechas nos cambiamos de casa y entre a una prepa lejos de ahiÃÂÃÂ, a salvo de mi mala fama. Por otra parte, ese tipo de experiencias me sirvieron para fortalecer mi caracter, no darle importancia a la opinion de los demas y seguir con mi intento de hacer de mi vida algo especial. De cualquier forma, esa etapa de mi vida fue maravillosa; y hubiera sido mejor de no ser por la fama que adquiriÃÂày por lo que ocurrio en la fiesta de fin de cursos, donde dicen que me cogiÃÂàa todos mis amigos. La verdad, sigo sin recordar que paso esa noche. Pero esa historia la dejo para el proximo relato. |
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yo siempre he sido muy agradecido cuando una mujer decide utilizar su boquita conmigo, y aparte que jamás he forzado un movimiento, (salvo que alguna me diga que le gusta que le empuje la cabeza) siempre que he vaciado dentro de una boca, ha sido avisando con tiempo... estoy seguro de que eres realmente hábil
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